Déjame tocar señor de vuestra mano
Blanca y milagrosa de la floresta,
Mi fiel corazón que intenta en vano
Apagar la melancolía de mi orquesta.
Déjame tocar señor de vuestra mano
Ofrece a mi alma de música bella,
Ofrece a mi alma que intenta en vano
Tener cambiante de la nota aquella.
¡Oh! Mi mano ruega y que bien sabría
Darnos señor, de oloroso perfume,
Más yo te sirvo con toda está bravía
El amor por ti dentro me consume.