De patrio ardor el corazón se inflama,
y lucha en la batalla Colatino:
mientras el hijo del feroz Tarquino,
urde contra su honor, horrible trama.
Vuela aquel do su esposa le reclama,
y oye su acento, noble y argentino,
que le dice morir es mi destino,
manché mi honor, pero salve tu fama.
Perdona, pues, si a nuestro amor esquiva,
y de vergüenza y de dolor cubierta
un puñal en mi seno calvé altiva.
Ya la existencia es para mí desierta...
Y antes que intentes perdonarme, viva,
¡honrada quiero que me llores muerta!