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Sé, mujer, para mí, como paloma Sin ala negra: Bajo tus alas mi existencia amparo… ¡No la ennegrezcas! Cuando tus pardos ojos, claros sen…
Homagno sin ventura La hirsuta y retostada cabellera Con sus pálidas manos se mesaba. “Máscara soy, mentira soy, decía; Estas carnes y formas, estas barba…
La poesía es sagrada. Nadie De otro la tome, sino en sí. Ni n… Como a esclava infeliz que el llan… Para acudir a su inclemente dueña, La llame a voluntad: que vendrá en…
Mírame, madre, y por tu amor no ll… Si esclavo de mi edad y mis doctri… Tu mártir corazón llené de espinas… Piensa que nacen entre espinas flo…
De oro de su corazón me manda un cubano fiel el querido pabellón. Hoy sin huestes ni laurel, quiero que mi corazón.
Yo quiero salir del mundo Por la puerta natural: En un carro de hojas verdes A morir me han de llevar. No me pongan en lo oscuro
Quiero, a la sombra de un ala, Contar este cuento en flor: La niña de Guatemala, La que se murió de amor. Eran de lirios los ramos,
Yo tengo un amigo muerto Que suele venirme a ver: Mi amigo se sienta, y canta; Canta en voz que ha de doler. “En un ave de dos alas
¡Tú flotas sobre todo, Hijo del alma! De la revuelta noche Las oleadas, En mi seno desnudo
Hijo, en tu busca Cruzo los mares: Las olas buenas A ti me traen: Los aires frescos
La imagen del rey, por ley, Lleva el papel del Estado: El niño fue fusilado Por los fusiles del rey. Festejar el santo es ley
Sólo el afán de un náufrago podría… Lejos el cielo y hondo el mar; A un alma sin amor, que en el tumu… De rostro en rostro, por su tarda… En vano inquiere, y lívida jadea:
En un país muy extraño vivió hace mucho tiempo un campesino que tenía tres hijos: Pedro, Pablo y Juancito. Pedro era gordo y grande, de cara colorada, y de pocas entendederas; Pablo era...
En los tiempos de la maravilla Hubo una crueldad sumamente grande… Claváronle a un hombre Un hierro encendido Junto a la tetilla
Hurgue un huésped muy inquieto Del lado del corazón.— ¡Muy celoso, muy celoso!— Dormir no sabe mi huésped: no.— Como una sierpe, se enrosca