#Cubanos #Habaneros #Modernismo #SigloXIX #1891 #VersosSencillos
Para Aragón, en España, Tengo yo en mi corazón Un lugar todo Aragón, Franco, fiero, fiel, sin saña. Si quiere un tonto saber
El extraño puede escribir estos nombres sin temblar, o el pedante, o el ambicioso: el buen cubano, no. De Céspedes el ímpetu, y de Agramonte la virtud. El uno es como el volcán, que vie...
Mirala! ¡Es negra! ¡Es torva! Su… Hambre la azuza. Son sus dientes… Antro su fauce; secadores vientos Sus hálitos; su paso, ola que trag… Huertos y selvas; sus manjares, ho…
¿Que como crin hirsuta de espantad… Caballo que en los troncos secos m… Garras y dientes de tremendo lobo, Mi destrozado verso se levanta?... Sí, pero ¡se levanta! A la manera…
Como nacen las palmas en la arena Y la rosa en la orilla al mar salo… Así de mi dolor mis versos surgen Convulsos, encendidos, perfumados. Tal en los mares sobre el agua ver…
¡Cuentan las cosas con tantas palabras raras, y uno no las puede entender!: como cuando le dicen ahora a uno en la Exposición de París: «Tome una djirincka—¡djirincka!—y vea en un momen...
Yo pienso, cuando me alegro Como un escolar sencillo, En el canario amarillo,— ¡Que tiene el ojo tan negro! Yo quiero, cuando me muera
Y te busqué por pueblos, Y te busqué en las nubes, Y para hallar tu alma, Muchos lirios abrí, lirios azules. Y los tristes llorando me dijeron:
Siempre que hundo la mente en libr… La saco con un haz de luz de auror… Yo percibo los hilos, la juntura, La flor del Universo: yo pronunci… Pronta a nacer una inmortal poesía…
Si ves un monte de espumas, Es mi verso lo que ves: Mi verso es un monte, y es Un abanico de plumas. Mi verso es como un puñal
Me han dicho, buen Florencio que… Ver un grano de trigo, Luego que sobre él cruza y recruza La rueda corpulenta del molino: ¡Pues, bien! Ábreme el pecho:
De puntillas, de puntillas, para no despertar a Piedad, entran en el cuarto de dormir el padre y la madre. Vienen riéndose, como dos muchachones. Vienen de la mano, como dos muchachos. ...
No sabe el sol cuando asoma Cuántas tristezas alumbra; Ni el amigo cuando pasa Callado por ¡ni vetusta Puerta,-cuánta devorante
Sé de brazos robustos, Blandos, fragantes; Y sé que cuando envuelven El cuello frágil, Mi cuerpo, como rosa
Ayer la vi en el salón De los pintores, y ayer Detrás de aquella mujer Se me saltó el corazón. Sentada en el suelo rudo