—¿De qué estás triste?
—De amor.
—¿Por quién?
—Por cierta doncella.
—¿Muy bella, pues?
—¡Pues muy bella!
Estoy muy triste de amor.
—¿Dónde la hallaste?
—La hallé
En una gruta florida.
—¿Y está vencida?
—Vencida;
La adulé, la regalé.
—Y ¿para cuándo, ¡oh galán!
Valiente galán de todas,
Para cuándo son las bodas?
—Pues las bodas no serán.
Y estoy de pesar que muero,
Y la doncella es muy bella;
Pero mi linda doncella
No tiene un centavo entero.
—¿Y estás muy triste de amor,
Galán cobarde y sin seso?
Amor, menguado, no es eso:
Amor cuerdo no es amor.