#SigloXX #SigloXXI #Uruguayos #1986 #PreguntasAlAzar
Cuando Agustín sintió un fuerte dolor en el pecho, anunció de inmediato a sus familiares: «Esto es un infarto». Sin embargo, el médico diagnosticó aerofagia. El dolor se aplacó con una ...
Ni ahora ni después ni al mediodía ni en la tarde brevísima ni en la noche pesada ni mañana
Cada vez que alguien muere por supuesto alguien a quien quier… siento que mi padre vuelve a morir será porque cada dolor flamante tiene la marca de un dolor antiguo
Cielito cielo que sí cielo del sesenta y nueve con el arriba nervioso y el abajo que se mueve que vengan o que no vengan
El autor no lo hizo para mí / yo t… lo leo para él / yo y el libro nos precisamos mutuamente / somos una pareja despareja / el libro tiene ojos tacto olfato
En la ciudad de Montevideo, a las nueve horas y cuarenta minutos del día quince de mayo del año mil novecientos ochenta y siete, se reúne el Directorio de Abecé, S. A., en la sala de co...
La rosa de oro no se marchita ni tiene aroma el cielo ajeno que te envenena
Te propongo construir un nuevo canal sin esclusas ni excusas que comunique por fin tu mirada
Defender la alegría como una trinc… defenderla del escándalo y la ruti… de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas
¿Y si Dios fuera mujer? pregunta Juan sin inmutarse, vaya, vaya si Dios fuera mujer es posible que agnósticos y ateos no dijéramos no con la cabeza
Defienden las praderas la verde mar la selva las alfombras de césped las hiedras trepadoras la Amazonia humillada
Ningún padre de la iglesia ha sabido explicar por qué no existe un mandamiento once que ordene a la mujer
Estuvimos en epidauros veinticinco… y también escuchamos desde las más… el rasgueo del fósforo que allá ab… encendía la guía la misma gordita que entre templo y templete
Por el desfiladero inclemente y re… avanzamos a pobres estallidos a opacos y alunados madrugones a otoños inhibidos por un cielo gr… a veces penetramos sin querer en l…
Al principio eras niño como yo pero mucho más ágil no sólo me advertías de la baldosa floja