—Usted no es mallorquín, ¿verdad?—dice l… —¿Cómo? ¿Qué?—se sobresalta Quiñones y… —¿Lo asusté?—La muchacha no parecía bur… —Me tomó de sorpresa, lo reconozco. Aqu… —Así que no es mallorquín. Ni siquiera…

Los árboles ¿serán acaso solidarios? ¿digamos el castaño de los campos elíseo… con el quebracho de entre ríos o los olivos de jaén

Ni ahora ni después ni al mediodía ni en la tarde brevísima ni en la noche pesada ni mañana

Ah las primicias / cómo envejecieron cómo el azar se convirtió en castigo cómo el futuro se vació de humildes cómo los premios cosecharon premios cómo desamoraron los amores

En el sillón tranquilo de balance en la recuperada mecedora qué he de hacer sino balancearme los racimos las nubes las ideas se mecen se mecen los desastres cavilosos

Quedan las cáscaras de vida la solidaridad de las columnas las pausas del escombro el pavoroso cielo gris la tierra exasperada

Ya lo sabemos es difícil decir que no decir no quiero ver que el dinero forma un cerco

Ningún padre de la iglesia ha sabido explicar por qué no existe un mandamiento once que ordene a la mujer

Quiero aclarar que este testamento no es el corriente colofón de vida más bien se trata de un legado frágil vigente sólo hacia el final de un día digamos pues que lego para el jueves

Ahora que apretaste la tecla play me atreveré a decirte lo que nunca osaría proponerte

En el Activo consta lo siguiente un corazón inhábil y porfiado los padres como abrigo corno mundo dos viejas noches de hace treinta años