Cómplice de Vida
Cómplice de Vida
No busco príncipe de cuento fugaz,
ni amores que brillan y apagan su luz,
quiero un caminante de piel y verdad,
que teja conmigo versos en la cruz.
Que lleve en sus ojos el mapa del sur,
donde el tiempo baila sin reloj ni prisa,
que beba mis risas, mis lunas de azul,
y entienda que el alma a veces se desliza.
No pido promesas talladas en mármol,
sílabas vacías que el viento arrastró,
sino un guerrero de abrazos cálidos,
que enfrente tormentas con mi voz en voz.
Que ame mis cicatrices, no como heridas,
sino como estrellas que nombran mi piel,
que en mi caos encuentre melodías dormidas
y escriba en mi espalda canciones sin fin.
Compañero de risas, de libros y lluvia,
que juegue al ajedrez con mis pensamientos,
que encienda mi sangre sin morder la duda
y guarde secretos como firmamentos.
No quiero medias tintas ni alas rotas,
sino un vuelo compartido, sin cadenas al sol,
que si tropiezo, me jale por la risa loca
y me susurre al oído: “Sigamos, que hay más”.
Que no tema a mis sombras ni a mis huracanes,
que sepa que el amor no es puerto, es viajar,
que mezcle sus sueños con mis madrugadas
y juntos inventemos un mundo al despertar.
No busco espejo que repita mi historia,
sí un eco rebelde que desafíe la rutina,
que en su pecho guarde mi nombre con gloria
y en cada adiós diga: “Aquí mi raíz vibra”.
Seremos dos locos tejiendo utopías,
sin miedo a que el mundo nos juzgue o no entienda,
porque el amor no pide permiso ni fechas,
solo dos almas que eligen la misma senda.
—Y si el camino es largo y la noche nos alcanza,
que su mano en la mía sea brújula y hogar,
no un “para siempre” de esos que se desangran,
sí un “hoy quiero estar” que nunca deje de arder.
—Luis Barreda/LAB
