Adiós A Lo Que Fue
Hoy cierro la puerta que el ayer dejé abierta,
me despido de las risas que en sombras se convirtieron,
de noches largas donde el alma se sentía muerta,
y de aquellos besos que en veneno se volvieron.
Me alejo de las dudas que sembraste en mi camino,
de palabras que cortaban como agujas en la piel,
de tu manera fría de jugar con mi destino
y del eco vacío de un amor que no fue fiel.
Adiós a las promesas que el viento se llevó,
a las veces que mi llanto alimentó tu orgullo,
a las veces que callé cuando te pedí valor
y al silencio que guardé cargando todo el peso.
Me despido del temblor que invadía cada hueso,
de las veces que tu ausencia me robó la calma,
de los días en que el miedo fue mi único regreso
y de entregar mi interior a quien no valoró mi alma.
Hoy comprendo que tu amor era un espejismo,
un juego de ilusiones que nubló mi razón,
eras fuego que quemaba sin piedad en el abismo,
y yo, pájaro cansado, aprendí a soltar tu voz.
Adiós a las cadenas que disfrazaste de abrazos,
a las culpas que tejiste con hilos de traición,
a los días que creí ser pilar de tus fracasos
y a mendigar migajas de tu falsa devoción.
Hoy me visto de valentía, reconstruyo mi cimiento,
sembraré en mi tierra nuevas flores por regar,
no habrá más lágrimas ni frío lamento,
solo un sol que nace para al fin respirar.
No hay deudas en este adiós, ni reclamos que persistan,
la balanza está en paz, sin rencor ni amargura,
camino hacia delante, que la vida aún resista,
y en mis cicatrices, escribo mi ventura.
Hoy me elijo a mí, rompo el viejo hechizo,
mi corazón, ahora, es templo y no ruina,
y aunque el camino fue largo y estuvo impreciso,
la paz que hoy me abraza... ¡valió cada herida!
—Luis Barreda/LAB