Recuerdo de un sexto
14 pisos arriba de algún edificio, está mi cuerpo a la deriva; asomándose hacía abajo, cuestionando si vale la pena dar el paso. Fijándome arriba, las estrellas me miran; iluminan el posible fin de mi vida.
Basta un paso, un paso dictaría el fin de todo sentir, el inicio de un ciclo posiblemente sin fin y recuerdos que no merecen caer sobre la almohada a las 3 de la mañana.
El viento que colisiona contra mi cara, me recuerdan los sucesos de aquella mañana.
El frío que se esparce por mi cuerpo son productos no del temperamento del viento, sino de lo muerto que me siento.
Sé que estás detrás de mí, mirando la espalda de un yo adulto, la espalda que miraste justo antes de irte y horas después caer muerto contra aquel pavimento.
Sé que no eres real, hermano mío; porque no detecto tu aura y aun peor, porque no me abrazas
Aun así logro escuchar tus palabras y se siente tan real.
“Todo momento es agridulce, delicado y relevante”
Tus palabras se reproducen en mi cabeza, tan cálidas y honestas, buscando siempre lo mejor para el niño que amaste con todas tus fuerzas.
Miro abajo y la gravedad me llama, pero sólo se traga las lágrimas que caen de mi cara.
Sé que estás detrás mío
Sé que no eres real
Sé que no estás
Todo momento es relevante, agridulce y delicado; pues esta noche es todo lo que somos.
Estoy 14 pisos arriba, en el hotel que mi mente dio vida.