A Brunilda Contreras
Poema infantil. El tiempo niño.
Ya nos dejas, te marchas, amigo; la distancia nos separará; pero quedan afectos, cariños y alegrías para recordar. Ya verás,
Ay cobre quién lo dijera como lo ves hay uno que pone en duda tu validez Ay cobre quién lo dijera
Escalinatas térreas en tu monte (eres Venus) me transportan a un suelo
Crixo, la mano diestra de Esparta… en su niñez un sueño de paz, de re… murió aquella mañana en que embraz… y fuese a la batalla, radiante y t… Estaba muerto aún antes, antes que…
Cuando nos fuimos a vivir al campo, nuestro padre nos habló de los hurones. —Son animales huraños... ¡ah!, y muy feroces, que destruyen la crianza de gallinas. Devoran huevos y polluelo...
Miras en mí y soy tierra abierta, cántaro vuelto al río del Origen. Todo lo que pesé se torna vuelo, brizna de la aurora. No sé si el fuego me ciñe
22 Cuando ya estén hastiados de las matanzas, recogerán los puñales y las balanzas.
Construye tú la Torre de Babel con esperanza y aliento, con amor. Sea tu frente mortecina asiento de… sea tu carita redonda la otra luna que ilumine este andar de confusio…
—Entonces el bronce rodó por la pe… desenredando voces estridentes o a… En profusión formaron la noche de… una a una contaron historias verda… Una tras otra, otra tras otra, otr…
Refería el poeta británico Samuel Taylor Coleridge, en conversaciones casuales de sobremesa recogidas por su sobrino Henry Nelson en un volumen doble titulado “Specimens of the table ...
35 Nunca entendí los motivos de escribir obras extensas... ¡Qué lejos vanse a buscar la verdad o la belleza!
Los astros tiemblan al cruzar tu s… y yo, en la entraña del temblor, suspiro en la música del aire. Enséñame el idioma de la brasa, la voz que abre los cielos.
—Devuélveme su figura en las tardes de plomo... su piel blanca
Nos ha tocado la distinción y el grato placer de introducir ante ustedes, con altos respetos, a una personalidad de nuestras letras que por su relevancia y grado de estimación no nec...
Derrámame en ti como la sal en el… como la estrella que se rompe para… Quiebra mis bordes, deslíeme en tu… Que no haya nada que de ti me sepa… ni sombra ni eco,