Leonardo González

Cabellos negros

 
Me toman nuevamente las dos de la mañana despierto.
 
Como ya no fumo, ni bebo café,
me preparo una infusión y me siento
en mi silla a verte trabajar desde lejos.
 
Cuando notas que te observo,
me sonríes justo antes de que tu
imagen se desvanezca en la nada.
 
Exactamente igual como pasó
anoche,
y la noche anterior,
                      y toda la semana pasada.
 
Cada noche me descubro a mí mismo envuelto en una sensación
de nostalgia al darme cuenta que ya no estás aquí realmente.
 
Al darme cuenta que a quien tengo frente de mi es una
proyección de ti,
una creación imaginaria, fabricada en mi mente por mi anhelo de verte.
 
Tu recuerdo sigue tan vivo aquí,
que se materializa a diario y me hace
compañía.
 
Me habla y escucha,
         me hace reír y me hace pensar,
                     me ayuda con los quehaceres.
 
Se sienta frente a mí,
y me sonríe al verme tocar la guitarra.
 
Y justo antes de dormir,  se acuesta a mi lado conmigo.
 
Me sujeta la mano como tú lo hacías, y se queda mirándome
fijamente
             hasta que por fin me duermo.
 
Siempre es lo último que veo antes de quedarme dormido.
 
En la mañana ya no está, tu recuerdo se marchó, dejándome
solamente,
          cabellos negros en la almohada.
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