Deja tu Chipre amada,
Venus, reina de Pafos y de Gnido,
que Glycera adornada
estancia ha prevenido,
y te invoca con humos que ha esparcido.
Trae al muchacho ardiente
y las gracias, la ropa desceñida,
y a Mercurio elocuente,
y de ninfas seguida
la Juventud, sin ti no apetecida.