#EscritoresEspañoles
Mi mujer y mi hija, estas paredes y estos libros, un puñado de amigos que me quieren —y a los que quiero de verdad—,
Un paquete de tabaco, un libro de poemas, cuarenta duros para tomar unas cervezas... Poca cosa, es verdad:
Llora cuanto quieras sobre mi hombro, desahógate, cuenta conmigo para lo que haga falta.
Tendría alrededor de ochenta años, estaba atascada en un semáforo, como un barquito de vela bajo la tormenta,
Hace unos minutos que ha recibido la llamada, y desde entonces no ha soltado el… Qué tristes son las lágrimas de un viejo,
No es el de la niñez, aquellas mañanas de diciembre, a lo largo del río, hacia el colegio. Ni se trata tampoco de aquel otro
Uno siempre espera que suceda algo, que algo bueno suceda, algo que le dé un giro brusco, un empujón, un bandazo
Te veía llegar, cruzar la puerta, darme un besazo en el morro, mirarme a los ojos
Enamorarse es fácil. Uno puede enamorarse —sin demasiado esfuerzo— varias veces al día, a nada
El último salvavidas al que suelo agarrarme en estos casos, el teléfono, hoy tampoco me sirve.
No es que moleste en sí, pero cuesta acostumbrarse. Eso de que vayas por ahí
Dejo el periódico sobre la barra. Enciendo un cigarrillo. Tomo
Esta noche, por lo que a mí respecta bien podría saltar el mundo en mil pedazos. Por qué no. Y nosotros con él. Acabar. Echarle de una vez
Mujeres como tú son las que consiguen que se declaren las guerras y que algún general
Nunca lo he visto antes, pero conozco a ese hombre. (Si me acercase, distinguiría en sus ojos