En el verde jardín del monasterio,
Donde los nardos crecen con las lilas,
Pasea la novicia sus pupilas
Como princesa por su vasto imperio.
Deleitan su sagrado cautiverio
Los chorros de agua en las marmóreas pilas,
El lejano vibrar de las esquilas
Y las místicas notas del salterio.
Sus rizos peina el aura del verano,
Mas la doncella al contemplarlos llora
E, internada en el bosque de cipreses,
Piensa que ha de troncharlos firme mano
Como la hoz de ruda segadora
Las espigas doradas de las mieses.