Señor Dios, que a los jodíos, pueblo de perdiçión,
sacaste de cabtivo del poder de Faraón,
a Danïel sacaste del poço de Babilón:
saca a mí, coitado, d’esta mala presión.
Señor, tú diste gracia a Ester la reína,
ante el rey Asüero ovo tu graçia digna.
Señor, dame tu graçia e tu merçed aína,
sácame d’esta lazeria, d’esta presión [... ina].
Señor, tú que sacaste al profecta del lago,
de poder de gentiles sacaste a Santiago,
a santa Marina libreste del vientre del drago:
libra a mí, Dios mío, d’esta presión do yago.
Señor, tú que libreste a santa Susaña
del falso testimonio de la falsa conpaña,
líbrame tú, mi Dios, d’esta coita tan maña,
dame tu misericordia, tira de mí tu saña.
A Jonás el profecta, del vientre de la ballena,
en que moró tres días dentro en la mar llena,
sacástelo tú sano así como de casa buena:
Mexías, tú me salva sin culpa e sin pena.
Señor, a los tres niños de muerte los libreste,
del forno del gran fuego sin lisión saqueste:
de las ondas del mar a sant Pedro tomeste:
Señor, de aquesta coita saca al tu Açipreste.
Aún tú, que dixiste a los tus servidores
que con ellos serías, ante reys dezidores,
e les darias palabras que fablasen mejores:
Señor, tú sey comigo, guárdame de traidores.
El nombre profetizado fue grande Hemanuel,
Fijo de Dios muy alto, salvador de Israel;
en la salutaçión el ángel Grabïel
te fizo çierta d’esto, tú fueste çierta d’él.
Por esta profeçía e por la salutaçión,
por el nombre tan alto, Hemanuel, salvaçión,
Señora, dame tu gracia e dame consolaçión,
gáname del tu fijo graçia e bendiçión.
Dame graçia, Señora de todos los señores,
tira de mí tu saña, tira de mí rencores,
faz que todo se torne sobre los mescladores:
¡ayúdame, Gloriosa, Madre de pecadores.