¿Qué te pide el poeta?
di, Apolo, ¿qué te pide
cuando derrama el vaso,
cuando el himno repite?
No que le des riquezas
que avaros le codicien,
ni puestos encumbrados
que mil cuidados siguen:
no grandes heredades,
que abracen con sus lindes
las fértiles dehesas
que el Guadiana ciñe;
ni menos de las Indias
el oro y los marfiles,
preciosas esmeraldas,
lumbrosos amatistes.
Goce, goce en buen hora,
sin que yo se lo envidie,
el rico sus tesoros,
aplausos el felice.
Y el mercader avaro,
que entre escollos y sirtes
sediento de oro vaga,
cuando la playa pise;
con generosos vinos
a sus amigos brine
en la dorada copa
que su opulencia indique.
Que yo en mi pobre estado,
y en mi estrechez humilde
con poco me contento,
pues con poco se vive.
Así te pido sólo
que en bailes y convites
mis dulces años corran
de amor en blandas lides:
Sin que a ninguno tema,
sin que a ninguno envidie,
ni la vejez cansada
de mi lira me prive.