Siéntate.
Observa en silencio
el mar en calma.
Sus manos son las olas
que acarician
la tibia arena de la playa.
Su ir y venir
es el ritmo que un día te dio vida,
el deseo que siempre te acompaña.
Deja que tu mirada sencilla
se pose sobre el agua.
Entrégale a las olas
tu nostalgia.
Verás cómo tu alma
se te vuelve
espuma enamorada.
Observa cómo la barca
vieja y ya cansada
de tanto navegar
por tantas aguas
le cede su borda desgastada
a los novios que en ella
se sientan y se arrullan
como palomas que un día,
quizás,
alcen sus alas.