Juan Carlos Tuñon Martos

La habitación

En el arpa chueca de lo clandestino,
 
un mundo de ofertas sale a despedirse
 
de todas las puertas, no más cerrojos y
 
cadenas candadas, libres ya las manos
 
fondean el aire, como plumas de un ave
 
de nadie, ya pasó el infierno del plomo
 
de miedo, cuando pesa la sangre
 
y el tiempo es silencio, el cuarto blindado,
 
una cama anclada a una telaraña de cadenas
 
nuevas, la bebida el polvo (piensa burundanga)
 
despierta desnuda con dolor de todo,
 
como una herida que es fango del lodo,
 
largos cardenales hacen las señales
 
de lo que le hace drogada perdida
 
y en un día seco, vomitó la droga
 
y con un cuchillo le dejó caído
 
con el mango hundido en toda la boca,
 
así con las llaves y una vida tiesa,
 
la arcada del mundo cuando en un segundo
 
a los pies de todos es residuo de caridad,
 
la tierra que poblamos está desde luego
 
hecha para que los buenos se encarguen del mal...
 
y cumplan por los pecados ajenos...
 
Jud y ¿tus recuerdos?

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