Desde el instante en que llegaste a mi vida,
en aquel mágico día en que te vi nacer,
supe que el amor verdadero te encontraba en tu mirada,
y desde entonces, no he dejado de agradecer.
Te vi crecer, paso a paso, sin prisa,
cada sonrisa tuya es un rayo de luz,
eres mi orgullo, mi amor, mi dicha,
y verte florecer es mi mayor virtud.
Hoy, a tus quince, te miro con asombro,
convertida en la señorita que siempre soñé,
fuerte, noble, llena de bondad y asombro,
tu futuro brillante apenas comienza a aparecer.
Nunca olvidaré tus primeros pasos, tus risas,
tus sueños y metas que ahora empiezas a alcanzar,
mi corazón está lleno de orgullo y dicha,
y mi amor por ti nunca dejará de crecer, ni de brillar.
Hoy te celebro, mi hija querida,
porque eres más de lo que jamás imaginé,
una persona maravillosa, llena de vida,
y siempre, siempre, te amaré.