José Zorrilla

Eran aún los agitados días...

Eran aún los agitados días
En que mi juventud abandonada
Adivinó tal vez horas impías
Entre el crespón de la insondable nada;
 
Cuando con ojo avaro y penetrante,
Aun no poeta, el porvenir medita
El niño, y ve pasarlo por delante
Árida nada que su sed irrita;
 
Cuando el nombre del niño no es un nombre,
Cuando la idea informe no es idea,
Y en el alma del niño nace el hombre
Que idea y nombre se conquista y crea;
 
Entonces, de la vida en el vacío,
Soñé un bello fantasma que rodaba:
Gota brillante y fresca de rocío
En flor que brota entre pajiza lava.
 
Blanco ese sueño resbaló en mi mente,
Puro y tranquilo como sol que nace,
Como se rompe el agua de la fuente
Y rodando en la hierba se deshace.
 
Era la forma transparente y vaga
De un arcángel que cruza el firmamento;
Era un pliegue del viento que una maga
Vibró al cantar con aromado aliento.
 
Era la voz del arpa que se pierde
Entre el leve vapor de ancha laguna,
En cuyo fondo, con las algas verdes,
Tibia se mece amarillenta luna.
 
Era, en la mente perdida
Entre suspiros de gloria,
La esperanza y la memoria
Del amor de una mujer;
Recuerdo en alma de niño,
Amor en alma de hombre,
Blanco fantasma sin nombre
Y sin hora en que nacer.
 
Permite, dulce embeleso,
Que mis labios en tus labios
Pongan un ardiente beso
Que se oiga en el corazón;
Que la mente del poeta,
En su entusiasmo violento,
Beba en tu mirada inquieta
La fogosa inspiración.
Que en la noche tempestuosa
Será bello, ¡amada mía!
De la lluvia áspera y fría
Al desigual susurrar,
Tener contigo un poeta
Sentado a la roja llama,
Con un corazón que ama
Y una voz para cantar.
Será bello, en puro día
De fragante primavera,
Su fantástica armonía
Escuchar en un jardín,
Y que en la ruidosa fiesta
Levante robusto canto,
Y que te vele tu siesta
Después de largo festín.
Te digan los caballeros
Que por tus favores lidian,
Y las damas que te envidian
El cantar del trovador;
Y en la tibia madrugada,
Tus labios sobre su frente,
Duermas tú tranquilamente
Soñando sueños de amor.
Y tu aliento con su aliento,
Y tu mano con su mano,
Con un mismo pensamiento
Que os halague al despertar,
Os encuentre la mañana,
Y resbale vuestra vida
Como parda luz lejana
De una tarde sobre el mar.

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