¿Por qué no puedes verme tu alma s… ¿Lloras, tal vez, porque no ves la… No llores, niña, no; las más hermo… son mentido color, son luz que mie… Oye, en tanto, la voz que, dulceme…
Tus pies trenzaban, en la ardiente… del sueño que imagino cuando baila… un hermoso arabesco de caricias, de besos y de frases sin palabras; una red de cadencias amorosas,
e agradezco, Señor, tantas cosas, que me es imposible una a una, Señor, señalarlas. ...Y, con todo, me viene a la ment… una idea que lucha azorada
Esperar, esperar por no morir. Recordar, recordar para vivir Un camino marchito, abandonado, un andar vacilante, una mirada a un “no sé qué” nublado,
Amor, ven a buscarme, ven conmigo. No me dejes tan solo, tengo miedo; un miedo horrible de que llegue el… y no esté preparado a ir a su encu… Si esto ocurre, la noche será eter…
Te doy gracias, Señor de los Ciel… todas las mañanas, porque me has regalado la vida, y, por su camino, con tu sombra de amor me acompañas…
Es bonito vivir, aunque la vida tenga amargos momentos. Los hay llenos de duros sinsabores… los hay tristes y lentos. Los hay que nos castigan con desga…
Si ves al mundo rebramando inquiet… entre la tempestad, recuerdas el amor, junto aquel set… que guarda la amistad. Si ves que, en calma, el mundo se…
¡Vamos a jugar, muchachos! ¿A qué podemos jugar? Juguemos a amarnos todos. Juguemos a no dudar. Juguemos a ser hermanos
La vida es una pregunta, el vivir es contestar; y entre las muchas respuestas, elegir bien, es quizás el negocio más difícil
—Dime por qué me quieres. — No lo sé. ...Y aquella tarde fui yo muy dich… pero aún no sé por qué. Si eres feliz un día, y te pregunt…
La noche teme al sol, que ya apare… tras la débil silueta del collado, y cede el paso al astro, enamorado de la faz castellana que esclarece… Como tímido amante, el sol parece
Dadme licencia, os pido humildemen… para ser un modesto vagabundo. Permitidme que pase por el mundo sin compartir sus fiestas con la g… Dejadme que me mueva en otro ambie…
Ya muere el sol. Las sombras, dul… descienden a besar nuestra cañada, y un último destello, reflejada deja su luz sobre la clara fuente. Luego un rojo fulgor de amor ardie…
La soledad se adueña de los campos… y es la monotonía un gran silencio sin luces ni color. La tarde se oscurece en las encina… y el sendero se pierde sin contorn…