Manuel José Othón

Epitalamio

Soneto

Todo, al soplar las brisas tropicales,
mueve la sangre y todo a amar provoca.
Naturaleza entera es una boca
donde palpitan besos inmortales.
 
Requiébranse en la rama los turpiales,
lanzando su canción alegre y loca
y, en la cortante arista de la roca,
se acarician las águilas reales.
 
Tálamo de las tiernas golondrinas
es el aire, del tigre la espelunca,
del triscador ganado las colinas . . .
 
Nada tu fuerza poderosa trunca,
pues, renaciendo tú de las ruinas,
¡oh, fecundante Amor, no mueres nunca!
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