Ya no es posible detenerme
para saber lo que retorna.
Y la tierra viene conmigo,
viene conmigo la mar honda,
vienen conmigo los rebaños
de vagas nubes que el sol dora,
vienen los árboles del bosque
que se despiertan en la sombra.
Yo voy desnudo. Nada digo.
Ando despacio entre las rocas.
Mis pies descalzos, gravemente,
rozan las aguas silenciosas.
Tras las montañas impasibles,
poso mis plantas en la aurora...
Ando delante, y ellos siguen
todas mis huellas y las borran.
Vienen conmigo, porque saben
que algo celeste me corona
y que en mi pecho Dios ha hundido
una semilla misteriosa.
Yo soy el centro, donde todo
ha de volver en cada cosa.