Espesas, como tierra removida,
vuelan sobre los cuerpos y las flores
y no los tocan nunca; los apagan,
los borran de una luz que no conocen.
Altas, como fantasmas, van creciendo
surgiendo de sí mismas a sus torres;
celestemente negras, navegando
hasta el azul del cielo, en resplandores.
Un solo muerto llevan, lo levantan.
Un solo y blanco muerto de los hombres,
desnudo y refulgente, como un astro.
Nadie sabe quién es, cuál es su nombre.