He soñado con la beldad rubia. Miro su despejo y siento su voz.
Inicia con razones elegantes una conversación de motivo lisonjero.
Yo estoy prosternado. Quiero oprimir entre mis manos su diestra delgada y perezosa.
Expone en el lenguaje selecto un suceso de siglos ilustres. Refiere las cuitas de un trovador desengañado.
Yo espío los rasgos de su faz iluminada.
Añade comentarios de crítica afilada y suspicaz, y yo asiento con mudez inescrutable.