Qué duro estar prensado sin remedio
Entre los muebles tristes de la pena,
Sacar de todas partes tedio y tedio
Como un innumerable mar de arena.
Qué duro ir por la vida haciendo sueños
Y encontrárselos todos en el suelo,
Andrajosos, sin alma, pedigüeños,
Como un largo telón de desconsuelo.
Y qué duro caer sobre una cama
Donde nadie nos mira ni nos ama,
Donde sólo la sábana se mueve.
Y qué duro pensar que no hay remedio,
Que aquí y allá no brota siempre el tedio
Como una nube gris que llueve y llueve.