Ven, manantial fecundo,
Inspiración ardiente,
Ven, lléname la mente
De tu sublime ardor.
Despierta el entusiasmo
Que el tibio pecho ansía,
Despierta el alma mía
Al canto y al amor.
Devuelve á mi intrumento
Cansado y querelloso
La calma y el reposo
Que en vano te imploró,
Cuando marchita el alma,
Sumida en negra pena,
Amarga cantilena
Tan sólo preludió.
Ven ya, que de natura
El misterioso encanto
Pretendo con mi canto
Al cielo levantar;
Y el corazón dormido
No inspira ya la mente;
Angustias sólo siente,
Angustias y afanar.
Ay! de mis verdes años
La plácida alegría
Fatal melancolía
La vino á suceder;
Desde el aciago instante
Que vio mi desventura
De un rostro de mujer.
Desciende á mí, derrama
Inspiración ardiente,
Tu luz sobre la frente
Marchita de dolor;
Despierta el entusiasmo
Que el tibio pecho ansía,
Despierta el alma mía
Al canto y al amor.