Deidad de los amantes!
Hermosa luna, reina de la noche,
Tu suavísima luz en sus cambiantes
Alegra el valle, y tu brillante coche
Del oriente al ocaso en lento giro
Por campos de zafir triunfante pasa;
Mientras que, triste mi fortuna escasa
Me roba el bien que cautivar aspiro.
Á tu plácida lumbre
En otros tiempos por mí mal pasados
Que recuerdo, ay de mí! con pesadumbre,
Cuántos versos de amor por ti inspirados
Solté á los vientos y escuchó mi bella,
Que á mi lado embriaga de ternura,
Se extasiaba mirando tu hermosura,
Y yo el hechizo que idolatro en ella.
Cuando el terral ligero
Del perfume bañado de las flores,
En las noches hermosas del Enero,
Se llegaba á brindarnos sus favores,
Hermosa luna, tu plateada frente
Aumentaba su encanto al vientecillo;
Y el perfume, el terral y tu almo brillo
Fueron testigos de mi amor ardiente.
Y dónde, oh clara luna!
Tanta delicia por mi mal se esconde?
Por qué tu faz brillante me importuna
Á que llame el placer, que no responde?
Si la suerte anubló mi amor sencillo,
Envidiosa tal vez de mi ventura,
Déjame, oh luna, con la noche oscura
Llorar las noches que gocé á tu brillo,
Y no tus resplandores,
Astro benigno, muestres bonancibles;
Con ellos me recuerdas mis amores
Y estos recuerdos se hacen insufribles.
Vela tu faz entre las densas nieblas,
En su opaco crespón, oh luna! oh luna!
Si tu luz no presencia mi fortuna
Déjale á mi dolor, ay! las tinieblas.