Hilarión Cabrisas

Mi primera comunion

Vi fulgurar desnuda tu carne tentadora
ungida por los óleos de un aroma enervante;
lívidas tus ojeras de ardiente gozadora,
entreabiertos los labios purpúreos de bacante;
 
húmeda y febriles de goce tus pupilas,
palpitantes los senos, erectos y triunfales;
sudoroso el sedante vellón de tus axilas,
jadeante, ¡estremecida por temblores sensuales!
 
Me prosterne a tus plantas y abatí mi cabeza
entre tus muslos como un abate que reza
te ofrendaron mis labios su erótica oración:
 
ávidos se anidaron en un íntimo nexo
carnal, sobre la herida sangrante de tu sexo…
¡Así fue mi primera perversa comunión!
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