I
Bajo los resplandores de tus ojos d ensueño
un perfume de abriles en mi lira brotó,
y en la lírica grupa del blanco Clavileño
un poema de amores los madrigalizó.
¡Cuán dulce en el misterio de la noche, tus ojos
copiaban las tristezas infinitas del mar,
y cuán dulces las mieles de esos tus labios rojos,
rojas fresas maduras, me invitaban a amar!
Después brilló la Luna y en su disco de plata
hubo como un doliente mirar. Su serenata
murmuraban sonrisas las olas a tus pies.
y tus manos divinas, como dos mensajeras
de amor, simbolizaban peregrinas viajeras,
heraldos de ternura y anunciación de fe.
II
Te conté mis amores en un claro de luna,
mis amores enfermos de eterno soñador,
y, jinete en el blanco corcel de la Fortuna,
penetré en el palacio de tus sueños de amor.
Y, ¿recuerdas el cuento de la Bella Durmiente
que en su alcázar de mármol dormida se quedó?
Yo fui el Príncipe amante que con un beso ardiente
tus dormidos y vírgenes amores despertó.
Después, cruzó el fantasma silente del olvido...
Aquel amor de ensueños que te canté al oído
a otras dormidas vírgenes les he vuelto a cantar,
pero en el alma guardo indeleble tu huella:
una albura de nieve, un resplandor de estrella
y unas indefinibles ansias de sollozar...