Si la pálida muerte se aplacara
Con que yo mis riquezas le ofreciera,
Si el oro y plata para sí quisiera,
Y a mí la dulce vida me dejara;
¡Con cuánto ardor entonces me afanara
Por adquirir el oro, y si viniera
A terminar mis días la Parca fiera,
Cuán ufano mi vida rescatara!
Pero ¡ah! no se libertan de su saña
El hombre sabio, el rico ni el valiente:
En todos ejercita su guadaña.
Quien se afana en ser rico no es prudente:
Si en que debe morir nadie se engaña,
¿Para qué trabajar inútilmente?