Vino hoy, desesperada,
náutica en el aire.
Y a veces, como hoy, esta presente
y dice cosas que me atan a quererla,
al recuerdo y a recordarla,
a escribirla demasiado.
A veces, como nadie, esta del todo ausente:
en la huella del adiós
del magma nuclear de mi locura,
en la caída espiral de mi amor
por todos o por nadie.
¿De que sirve inventarle símbolos a las raídos
abrigos
del invierno?
Si el continuo temblar de la piel abandonada
busca agitarse contra otras carnes,
hasta quemarse
hasta reírse de sí misma y de su pasado
confuso,
personal
y...
Carajo...
De nuevo...
Dejaré de escribir sobre ella.