El tiempo es un perro ciego corriendo una luna roja,
el tiempo es un tigre oscuro viviendo en la sangre de un faquir dormido,
el tiempo es el ojo celeste del huracán como el cielo que desgarra rodeado de nubes negras.
El tiempo es el otro especular a ti mismo escondido en el espejo donde tú te peinas,
es la arena donde transcurren los desiertos,
la luz de las supernovas fusionando el oro,
el gotear de las canillas en una casa vieja.
El tiempo es el mar que se rompe en las rocas de la costa,
el tiempo es la pupila abierta de los muertos donde los vivos contemplan el transcurrir de su vida,
el tiempo es el titilar de las luciérnagas en un atardecer de estío,
el tiempo eres tú leyendo la tinta que anima al poema,
es el universo consciente girando desde su centro incierto,
es el pulsar de los átomos de calcio,
es el pendular de las arañas en su tela,
es lo vital,
es el fluir,
es el cambiar,
la nota musical corrompiendo el cristal efímero del silencio.
El tiempo soy yo inconcluso sostenido únicamente por la ilusión de estar,
del ser ahora bestial,
del ayer culpable,
del mañana humano que proyecta o teme.
El tiempo es mi sangre mestiza en tu interior amoroso de hembra,
son los pasos que me llevan,
los pasos que me traen,
los pasos que me pierden,
son los pasos que hacen el paisaje y el camino,
son los latidos del corazón que no puede parar en su bombear,
que no quiere parar de desear:
porque el tiempo se pierde,
porque el tiempo no vuelve,
porque el tiempo es tiempo,
porque el tiempo no existe,
porque el tiempo es Dios riéndose de si mismo;
de todos,
de todo,
de nada.
Publicado como Golem.