Mi cabeza decía que eras mejor que nada,
ahora la convenzo que “nada” es mejor.
A mi corazón no le permití tocarte,
no sé si aguante otra desilusión.
Esos dos siempre pelearon en esto de lo efímero,
a veces ganó uno y a veces no.
Pero al tratar de dominar pensamientos y sentimientos
algo se me olvidó: Hoy cierro mis ojos y siento tu olor…
Carajo, ¡mi piel te pide a gritos!
Guirleth