Nicolás Guillén

Tres canciones chilenas

1

Chile

 
Chile: una rosa de hierro,
fija y ardiente en el pecho
de una mujer de ojos negros.
—Tu rosa quiero.
     (De Antofagasta vengo,
     voy para Iquique;
     tan sólo una mirada
     me ha puesto triste.)
 
Chile: el salitral violento.
La pampa de puño seco.
Una bandera de fuego.
—Tu pampa quiero.
     (Anduve caminando
     sobre el salitre;
     la Muerte me miraba,
     yo estaba triste.)
 
Chile: tu verde silencio.
Tu pie sur en un estrecho
zapato de espuma y viento.
—Tu viento quiero.
     (El ovejero ladra,
     la tropa sigue;
     la oveja mira al perro
     con ojos tristes.)
 
Chile: tu blanco lucero.
Tu largo grito de hielo.
Tu cueca de polvo pueblo.
—Tu pueblo quiero.
     (En la cresta de un monte
     la luna gime;
     agua y nieve le lavan
     la frente triste.)
 
 
 

2

Cerro de Santa Lucía

 
Santiago de Chile
 
¡Cerro de Santa Lucía,
tan culpable por la noche,
tan inocente de día!
 
En el Cerro, en un banco
junto al Museo,
ay, ayer te veía
y hoy no te veo.
 
¡Quién me dijera
que iba a pasar un día
sin que te viera!
 
Por un caminito
que sólo yo sé,
va el Arcángel, ángel,
Arcángel Gabriel.
En el alto cerro
media noche es;
en mí la mañana
comienza a nacer.
 
Pasó a nuestro lado
cuando la besé.
¡Qué roto (gritaba)
qué roto es usted!
¿Y usted, don Arcángel,
(luego repliqué),
qué busca a estas horas,
sin alas y a pie,
por este camino
que sólo yo sé?
No busco (me dijo),
que ya la encontré,
a la virgen virgen
que ayer se nos fue
con un ángel ángel
más grande que usted.
 
¡Cerro de Santa Lucía,
tan culpable por la noche,
tan inocente de día!
 
 
 

3

 

Panimávida

 
En Chile hallé palabras
de lluvia y nieve intacta,
mas ninguna tan clara...
—Panimávida.
 
Va por las rocas; salta.
De espumas se empenacha.
Luego duerme y se estanca.
—Panimávida.
 
O bien su antigua llama
muestra como una lágrima
en la noche araucana.
—Panimávida.
 
En Chile hallé palabras
de lluvia y nieve intacta,
mas ninguna tan clara...
—Panimávida.
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