Gerardo Diego

Impromptu

Cuando me tiendo en la playa
boca arriba,
en estas noches tan hondas
y tan íntimas,
 
noches de claras, diáfanas
maravillas,
tan evidentes, tan nuevas,
tan antiguas,
 
la inmensidad se me abre
sin orillas,
sin linderos y sin márgenes,
infinita.
 
Y qué ansias de hacer cándida
mi vida
para que Dios la contemple
desde arriba.
 
Qué hermosura. Niño astrónomo.
(Yo tenía
nueve años y estudiaba
de puntillas
 
torciéndome en el balcón
cosmografía:
Sirio, Antares, Betelgeuse...)
¡Ay, qué líricas
 
las estrellas, qué profundas
y qué limpias.
Y ver lo que hay más allá,
más arriba,
más detrás de las más altas,
más encima.
 
Sí, cómo todas me llaman
y me miran.
Parece que dicen: sube,
date prisa.
 
Cómo se abre el horizonte
y se amplifica
como la onda de la piedra
centrífuga.
 
Cómo crece el corazón,
cómo rima
con los astros y los ángeles
y palpita
 
olvidado de la muerte
y de la vida
... cuando me tiendo en la playa
boca arriba.
 
De Iniciales
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