Te tuve hace no tanto
envuelta
enredada en mis brazos.
Te tenía tan cerca pero te quería más
te quería dentro mía
te quería debajo de mi piel
te quería cogiendo mi corazón desde dentro
con tus manos deseosas de un rehén.
Te miraba como si fueras lo último que iba a ver
como si fuera una polilla buscando luz
como si fueras un coche y yo un ciervo al anochecer.
Mis dedos te agarraban con ganas que no conocía
te acercaba a mi como si fueras todo lo que nunca he querido tener
por miedo que te escapes entre los agujeros de mis dedos
te vayas y no pienses en volver.
Pero tú no te resistías
por eso con tanta fuerza agarré.
Te besaba como si fueras mi sabor favorito,
como si fueras una droga de la que no me logro recuperar.
Lo hacía casi queriendo que no lo tuviera que hacer más
deseando que este beso no se acabe
alargándolo hasta que mi aliento no lo pueda aguantar
porque besarte llegó a ser más importante que respirar.
Y aún te quiero.
Te quiero como si aún no te hubiera tenido
y como si por ti
mi cuerpo pudiera ignorar cualquier otra necesidad.
Me aferro a ti como un canguro a su madre,
como un oso a su hijo
y lo odio pero te sigo queriendo
como si nunca te hubieras ido.