Thaw on the Way, by Julius von Klever
Francisco Paredes

Sempiterno

Mirando el techo en la gélida noche, donde parece primavera al salir a flote mis emociones, comenzamos a dialogar entre el silencio y el sonido de las ramas al moverse. ¿Qué es lo que buscamos al amar? Buscando una respuesta, el corazón es el primero en hablar. Yo quiero ofrecer un lugar seguro, donde la persona adecuada se sienta inexpugnable, donde el paso del tiempo sea irrelevante, donde se siente que brotan manantiales de placer, de ser, y aunque la penumbra nos pueda tocar, siempre sepamos avanzar. La mente se tomó su tiempo, analizó lo que dijo el corazón y dio su opinión. Buscamos un equipo, donde nos podamos apoyar. La vida es tan puerca para tener alguien que nos haría caer más. Seamos cautos, precavidos y perspicaces. El tiempo que se da no regresa y aunque siempre se puede volver a amar, el dolor de una partida que salió mal podría dejar cicatrices que no se borrarán jamás. Alma, perplejo por lo que dijo la mente, se tomó su tiempo, pero al instante apuntó y dijo: buscamos donde nos haga vibrar, donde volar sea una necesidad, que la conexión sea tan fuerte, que todos nuestros sentidos busquen un solo ser, que en vez de estar podamos ser, que los silencios no sean agobiantes, que el futuro no parezca inalcanzable, que vivamos en la eterna primavera, aunque por ratos el invierno venga y nos aterre, pero podamos florecer y ver de nuevo el sol posar en la ventana al luchar. Aunque existan discusiones o desacuerdos, al ir a la cama todo quedó resuelto. Entonces recopilé todo lo que mi alma, mente y corazón intercambiaron, y una lágrima posó en mi mejilla, que raro me sentía y al decir verdad que esa introspección merecía, culminé regalándonos una apología.
El amor es el motor que todo ser humano necesita tener, pero hay que tener cuidado, el mismo nos puede edificar o destruir dependiendo en cómo sea tratado, es difícil encontrar alguien en quien cultivar algo tan bello, y mucho más difícil encontrar lealtad en estos tiempos y aunque agobiante sea el permitirnos abrirnos y dejar alguien entrar, al final “es mejor haber amado y perdido que jamás a ver sido amado", ya que “la nostalgia es el precio que todos pagan por los momentos en que fuimos felices”

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