Carta a Dios
Dios, tú que conoces todas mis aflicciones, tribulaciones, malos ratos y angustias, dime que me pasa, paso agotado y no descanso. Las noches cada vez son las largas y la vida me sabe menos esperanzadora. ¿Qué tengo que hacer? ¿Por qué sufro de esta manera? Día a día se fijan en mi mal carácter, pero no se dan cuenta de lo cansado que estoy. Mis energías se drenaron, no encuentro calma y vuelve la tempestad. Creo en ti y en tu obra, y tengo fe de todo tiene un porque, pero eso no significa que me duela, que me sienta rendido, que me sienta incomprendido.
Dame una respuesta, dame una señal, sé que solo no estoy, pero por ratos siento que ya no puedo más. Me tengo que multiplicar, no se recibir amor y cada vez confío en lo que menos. Atormentado con esta situación, pero qué más da, la vida sigue, y tu das batallas que podamos cargar. Espero salir de esta una vez más, puesto que ahora más que nunca sé que de tu mano me agarrare, te necesito y sé que esto duele y sobre todo que me está cambiando, pero juro que volveré más fuerte, más leal, más racional acorde a tu voluntad. Dios, tu que ves corazones, tu que todo lo sabes y todo lo presencias, tu, que eres el inicio y el final, el alfa y el omega.
Que, sin ti, ninguna hoja caería, abrázame fuerte, que siento que no puedo más. Permite que me siga aferrando a ti, que mis energías se acaban, pero las tuyas son infinitas. Permíteme tener discernimiento que todo lo que estas permitiendo que pase tiene un por que alentador. No me hagas quedar atrapado ante la duda, no dejes que sea cautivo en mi pensamiento y mucho menos no me dejes drenar.
Hoy estoy ante ti, padre, confiando plenamente en tu voluntad, he leído como has actuado milagrosamente en muchos de tus siervos y escogidos. Y tengo fe de que así mismo estas labrando el camino para mi, aun en mi debilidad y agonía solo tu jamás me dejaras.
