En la mesa de siempre
Te esperaba ilusionado
en la mesa de siempre,
al fondo, en el rincón mas coqueto del café
nuestro rincón
mirando con infantil deseo
la puerta cerrada
como quien espera
que el tiempo se enrede en tu pelo
y no en el segundero del reloj.
Apareciste con la bufanda mal puesta,
con la prisa torpe de quien llega tarde
pero nunca lo suficiente
para que se apague el temblor en mis manos.
Dos sorbos de café enfriándose en la taza,
mientras la tarde se enredaba en la vidriera
y la lluvia garabateaba nuestro reflejo.
Hablamos de nada, de todo,
del profesor de historia que no entiende de poesía,
del frío en los cristales,
de la película que no vimos
porque nos pasamos la tarde
aprendiendo a memorizar miradas
Hablamos de ti
de lo guapa que estas cuando tu nariz
se ruboriza por el frio
hablamos de mi
de lo cortado que soy cuando estoy contigo
hablamos
apenas hicimos otra cosa
Pagaste tú,
porque yo siempre olvido mi cartera
cuando quedo contigo
son los nervios
Te acompañé hasta la esquina,
donde nuestras manos se rozaron demasiado
........y demasiado poco.
No querías irte,
pero dijiste “hasta mañana”
como quien dice “quédate”
Yo tampoco quería irme
y te dije adiós de forma temblorosa
Sabes que quise decir “te quiero”
Y en el aire quedó, suspendido,
el calor de tu abrigo
el eco de tu dulce voz
y el miedo a todo lo que aún no somos.
