Yo ya aprendí a dudar de los espejos,
a negociar con la resaca aplazo fijo
a ver pasar las vidas por los tejos
sin que me nombren ni en las listas rotas.
Tú que viniste con labios no estrenados
con veinte primaveras sin temblores,
con un cuerpo de anuncio y sin veneno,
con la luz que ya no admiten mis motores.
Y yo, qué iba a saber del calendario,
me puse a hacer de joven sin ensayo,
te hablé de rock, de Lorca y del Rosario,
y tú de apps y likes... y yo de mayo.
No te culpo si al verme ya no insistes,
si a mi cama la ves más como abrigo.
Llevo detrás muchos inviernos tristes
para hacer que el amor no sea un castigo.
Me partiste la edad en dos mitades,
la de antes de ti y la de tu rechazo,
y ahora escribo en papeles de deidades
que nunca te dijeron ni un: “me atraso”.
No soy más que un error que se adelanta,
una voz de vinilo entre tus redes,
un pesado al que ya nadie aguante,
una copa que olvidas cuando puedes.