POEMA DE LA SIGUIRIYA GITANA
EL SILENCIO
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Hay dulzura infantil En la mañana quieta. Los árboles extienden Sus brazos a la tierra. Un vaho tembloroso
Coches cerrados llegaban a las orillas de juncos donde las ondas alisan romano torso desnudo. Coches que el Guadalquivir
Me han traído una caracola. Dentro le canta un mar de mapa. Mi corazón se llena de agua
¿Qué es aquello que reluce por los altos corredores? Cierra la puerta, hijo mío, acaban de dar las once. En mis ojos, sin querer,
¡Viva Sevilla! Llevan las sevillanas en la mantilla un letrero que dice: ¡Viva Sevilla!
Yo era. Yo fui, pero no soy. Yo era... (¡Oh fauce maravillosa
Campanas de Córdoba en la madrugada. Campanas de amanecer en Granada. Os sienten todas las muchachas
Las alegres fiebres huyeron a las… y el judío empujó la verja con el… de la lechuga. Los niños de Cristo dormían, y el agua era una paloma,
En la torre amarilla, dobla una campana. Sobre el viento amarillo,
¡Alto pinar! Cuatro palomas por el aire van. Cuatro palomas vuelan y tornan. Llevan heridas
Mi corazón oprimido Siente junto a la alborada El dolor de sus amores Y el sueño de las distancias. La luz de la aurora lleva
Arbolé, arbolé seco y verdé. La niña del bello rostro está cogiendo aceituna. El viento, galán de torres,
De los cuatro muleros que van al campo, el de la mula torda, moreno y alto. De los cuatro muleros
En el soto, los alamillos bailan uno con otro. Y el arbolé, con sus cuatro hojitas,