¡Que no quiero verla! Dile a la luna que venga, que no quiero ver la sangre de Ignacio sobre la arena. ¡Que no quiero verla!

Amanecía en el naranjel. Abejitas de oro buscaban la miel. ¿Dónde estará

En la noche del huerto, seis gitanas, vestidas de blanco bailan. En la noche del huerto,

Tierra seca, tierra quieta de noches inmensas. (Viento en el olivar,

En las torres amarillas, doblan las campanas. Sobre los vientos amarillos,

Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene cuatro: rey de oros, rey de copas, rey de espadas, rey de bastos. Corre que te pillo,

Los laberintos que crea el tiempo, se desvanecen. (Sólo queda el desierto.)

Verde rumor intacto. La higuera me tiende sus brazos. Como una pantera, su sombra, acecha mi lírica sombra. La luna cuenta los perros.

Se ven desde las barandas, por el monte, monte, monte, mulos y sombras de mulos cargados de girasoles. Sus ojos en las umbrías

Silencio de cal y mirto. Malvas en las hierbas finas. La monja borda alhelíes sobre una tela pajiza. Vuelan en la araña gris,

La noche no quiere venir para que tú no vengas ni yo pueda ir. Pero yo iré aunque un sol de alacranes me coma…

Dulce chopo, Dulce chopo, Te has puesto De oro. Ayer estabas verde,

Hacia Roma caminan dos pelegrinos, a que los case el Papa, mamita, porque son primos,