Los arqueros oscuros a Sevilla se acercan. Guadalquivir abierto. Anchos sombreros grises, largas capas lentas.

Hay dulzura infantil En la mañana quieta. Los árboles extienden Sus brazos a la tierra. Un vaho tembloroso

Cisne redondo en el río, ojo de las catedrales, alba fingida en las hojas soy; ¡no podrán escaparse! ¿Quién se oculta? ¿Quién solloza

La guitarra, hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca

Cien jinetes enlutados, ¿dónde irán, por el cielo yacente del naranjal? Ni a Córdoba ni a Sevilla

Árbol de Sangre riega la mañana por donde gime la recién parida. Su voz deja cristales en la herida y un gráfico de hueso en la ventan… Mientras la luz que viene fija y g…

Sólo tu corazón caliente, Y nada más. Mi paraíso, un campo Sin ruiseñor Ni liras,

Con una cuchara arrancaba los ojos a los cocodrilo… y golpeaba el trasero de los monos… Con una cuchara. Fuego de siempre dormía en los ped…

La hoguera pone al campo de la tar… unas astas de ciervo enfurecido. Todo el valle se tiende. Por sus… caracolea el vientecillo. El aire cristaliza bajo el humo.

Los caballos negros son. Las herraduras son negras. Sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran,

Este pichón del Turia que te mand… de dulces ojos y de blanca pluma, sobre laurel de Grecia vierte y su… llama lenta de amor do estoy pasan… Su cándida virtud, su cuello bland…

Mamá, yo quiero ser de plata. Hijo, tendrás mucho frío. Mamá.