Es la tristeza colectiva que genera el fracaso del ideal perdido,
es la Atlántida hundida,
en el más inerte de los océanos del pensamiento,
o la Venus que abraza,
el más profundo sentido de la equidad inexistente,
es el niño que vende su felicidad en cualquier esquina,
bajo el abrasante sol del trópico;
mismo sol que disfruta el banquero y su habano,
en el consabido cliché,
un poco paradigmático, un poco estereotipado,
es el fracaso total de un sistema bipolar,
creado por la alucinante y fracasada idea,
“mañana, todo será distinto”,
...y todo fue distinto,
más pobre, más complicado, más irreversible.