Pocas veces dijimos que nos queríamos
nunca fue necesario,
bastaba la mirada, la palabra cotidiana
el abrazo en cada reencuentro,
y hasta el debate generacional sobre la vida,
la amistad, la batalla por una materialidad innecesaria
e incluso, enfermiza
fue tú palabra hecha horizonte,
convertida en catarsis permanente
en simbiosis apremiante ante el raudo avatar de la vida
tuve la dicha, la indeleble dicha
de llevar tú más personal sello
de altivez, de entrega y cariño
ojalá y pudiera en el insondable camino que depara
el enigma del futuro
fusionar en tu brillante crisol
una parte, una pequeña parte
de lo que me distes
para llevarlo en la inflexión más ecuánime de mi pensamiento.