Si con algún tesoro
se pudiera alargar mi corta vida,
de los mineros trasegara el oro,
porque cuando viniera
la muerte, dado el precio, se volviera.
Pero si no es posible
¿de qué sirve el gemir? ¿por qué lloroso
celebro el día forzoso
duro al pensar, al padecer terrible?
¿Qué me sirve el dinero,
si no me ha de alcanzar lo que yo quiero?
Pues, eh, riquezas vanas,
a quien mucho os estima, que os frecuente:
allá vaya al oriente,
penetre el mar del Sur, harte sus ganas;
que yo ya hallé en mi Lida
oro, plata, metal, riqueza y vida.