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Esteban Manuel de Villegas

Oda XVII

De Horacio la 8, del lib. 2.

Barine, si yo viera
que por el voto que quebraste ahora
tu beldad padeciera
algún leve castigo, y a deshora
nos mostraras, doliente,
fea una uña, denegrido un diente,
 
Creyérate sin duda;
mas por el mismo caso que juraste,
y de lealtad desnuda
al voto tan sin miedo te obligaste,
quebrándole nos diste
más resplandor, más bella pareciste.
 
Si perjurada a veces
por las cenizas de tu madre juras,
más bella resplandeces,
y más pura si juras por las puras
lumbreras celestiales,
ó por los mismos dioses inmortales.
 
De esto vi se reía
Venus, y las sencillas ninfas puras,
y el Amor, que a porfía
siempre amolando está sus flechas duras
en aquella severa
y siempre dura piedra aguzadera.
 
Para tu cárcel dura
crece toda niñez; los ya mayores
no dejan tu hermosura,
con verse amenazar de tus rigores,
ni los umbrales fríos
siempre regados de los ojos míos.
 
Por ti vive medrosa
la madre del mozuelo, y el avaro
padre; por ti la esposa
vive celosa de su esposo caro;
que en tu dulce semblante
considera los grillos de su amante.

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