, by Karl Abuid
Enrique Aguilar

El niño de los bloques

Uno tras otro, la expectativa crece con la altura de la torre.
El niño se imagina alcanzando las nubes.
Se imagina si sabrán a azúcar.
 
Entusiasmado construye el niño de los bloques.
 
Sin calcular, sin avisar, los bloques caen y, con ellos, las nubes bajan a ojos.
Ahora habitan en ellos y los dejan ahí, húmedos y amargos.
 
¡Pero si el niño de los bloques sólo cometió un ligero error!
(Que bueno... es de esperarse, es aún un imbécil.)
 
Una parte del cielo que contenía a las nubes se ha colado en él.
Ahora, lo habita la inmensidad del cielo azul.
 
      Sólo cometió un ligero error.

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